Versión de Crimen y Castigo: Rojo y maricón.

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El relato que escribo a continuación, lo creo a través de este enunciado, como parte de una propuesta de ejercicio de escritura de la ‘Comunidad Senior de escritores’ del aula virtual de la Escuela Literaria.

“Pero aquí comienza otra historia, la historia de la lenta renovación de un hombre, de su regeneración progresiva, de su paso gradual de un mundo a otro. Esto podría ser materia para un nuevo relato. El que nos propusimos ofrecer al lector ha terminado.

Crimen y castigo de Dostoyevski.

Estoy realmente cansado. Hoy vengo despojado de falsas vestimentas, de poses impostadas, de falsos modales.

Quiero deshacerme de esta armadura oxidada, de hombre de hojalata. Porque siempre me he protegido tras las palabras. Porque siempre he mantenido una corrección malentendida, que yo sé que en realidad es cobardía.

Lo que hoy voy a hacer es posicionarme. Lo que hoy voy a hacer es dar un paso hacia un lado, y hacer esto en nuestro país es crear un cisma. Porque desde que tengo uso de razón, en nuestra patria posicionarse es estar de a un lado, porque los que se apartan los llaman equidistantes, pero también se les suele llamar cobardes.

No, no estoy de acuerdo. Pero sí que me siento más cercano con una postura. Sí que me siento más cercano con un relato. Porque al final, nos están contando un relato. Nosotros somos lectores, meros espectadores de lo que pasa. Solo hay una verdad. Pero por medio se cuelan bufones, magos, brujas, nosotros tomamos pócimas sin saberlo y dormimos. Ellos, esos seres, intentan cambiar el relato inicial, incluso el pasado, el que ya conocemos, el que ya está impreso. Usan todos los medios a su alcance, se aparecen en tus televisores, en las páginas de los periódicos, en tus smartphones, haciendo un tik tok, están por todas partes.

Pero yo estoy seguro de algo, relato hay uno. Es cierto que la objetividad absoluta no existe. La realidad cada uno la mira con sus gafas, esas gafas tienen unos cristales, y  con tanta magia e interferencias pues la información llega a nuestras mentes siempre algo sesgada.

Les intento hacer un resumen. Yo tengo unos ideales, son básicos. El respeto por los derechos humanos, la igualdad, sin distinciones de sexo, raza, religión, etc. Esas serían mis líneas rojas. Si hay un partido político que no respeta esos derechos básicos, me da igual que sean unos gurús en materia económica. No obtendrán mi voto.

Tengo un firme compromiso con los servicios públicos: sanidad, educación, etc. Protegerlos, dotarlos de personal e infraestructuras.

En materia económica creo firmemente en lo que dice la Constitución sobre el principio de proporcionalidad, esto se lleva a cabo con los impuestos, paga más quien más tiene. Tanto las personas como las empresas, y que las grandes empresas dejen de beneficiarse de ventajas fiscales ya que tributan muy poco en comparación con las pymes.

Pues todo esto, más las políticas de ayudas contra la violencia de género, de mis creencias sobre el aborto, la ley de eutanasia, el feminismo etc., lo veo representado en partidos de izquierda. Esto no creo que sea ninguna sorpresa para nadie. Pero voy más allá. Antes había una dualidad. Azules y rojos. Y llegó lo que se llamó la regeneración política.

Esto trajo muchas cosas buenas, pero trajo otras muy negativas.

Entre las buenas es que el pastel tiene más trozos, y eso ha llevado a los dos grandes partidos a renovarse, unos mejor que otros, pero lo malo ha sido que a ciertos poderes no le ha gustado.

Y han empezado a contarnos un nuevo relato. Y en este nuevo relato se coló un partido de extrema derecha, y en ese nuevo relato nos quieren vender que es tan peligroso esa extrema como la extrema izquierda.

Y yo, hoy aquí, quiero dar la cara. Porque si avanzar en políticas sociales, devolver las protecciones a la clase trabajadora que año tras año se ha ido perdiendo, acabar con la ingeniería fiscal de las grandes empresas del IBEX para que tributen y con sus impuestos dotar a nuestra sanidad, educación y sistema de pensiones de los recursos que necesiten, si eso es ser extremo, yo me declaro un hombre de extrema izquierda.

Si luchar contra el fascismo, si dejar de  blanquearlo es ser de extrema izquierda yo me declaro muy extremista.

Y es que Alejandro Sanz dice en una canción que “no es lo mismo”, y yo hoy quiero alzar la voz. Y decirles a los que están construyendo este nuevo relato que ni de coña es lo mismo.

Que no comprendo por qué si eres un partido de izquierda, un partido nuevo además, pero a la izquierda en general, se le mira con lupa cualquier paso que da. Una declaración fuera de lugar ya es comparada con los mil casos de corrupción, pero esto es vieja política, el y tú más, lo sé. Pero es que repito, no es lo mismo.

Pero los medios de comunicación, la derecha, el centro, si es que existe, la ultra derecha, los tertulianos, y quien maneja a muchos de los mayores medios, con sus hilitos cual marionetas, solo decirles que pueden mirar con luz y taquígrafo, pero por favor, no inventen.

Porque yo tengo “maldito bulo”,” newtral” y otras herramientas donde descubro fake news cada día, pero hay personas en sus casas que creen que nos gobiernan unos locos “social comunistas” que nos han tirado nieve de plástico para tenernos encerrados y que tienen miedo de ponerse una vacuna por no sé qué han escuchado en la tele.

Hoy estoy aquí, despojado de todo para decir: soy rojo, maricón y adoro el nuevo moño de  Pablo Iglesias.

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