Y hoy que estás dando una vuelta más al sol, y hoy que son 70. No puedo dejar de escribirte, pues con las letras me llevo mejor que con las palabras, aunque suene contradictorio. Pero es que nosotros no somos ese tipo de padre e hija de peli americana. Yo no te llamo papá, ni te digo te quiero cuando cuelgo el teléfono. Aunque me enyugue tan solo al pensarlo, me falte el aire y empapen los ojos. En casa eres Malolo, eres papi y eres abuelo. Eres el señor del bigote, de ojos pequeños , manos fuertes y pasos largos.
Eres aquel que siempre tiene prisa y algo por hacer. Eres el marido de Mari, el padre de tus hijos, al menos eso dicen o al menos esos tienes apuntados, y entre risa picarona con ojillos achinados invitas a un vinito del país, porque es lo mejor para el corazón o el Covid, es lo sano y escuchen porque es importante escuchar. Y ya huele a café, y aún no te he felicitado. Y aún no te he contado que pueden pasar más de mil años y muchos más , pero siempre tengo presente todo lo que nos has enseñado, y cada pequeña cosa , cada pequeño paso que he dado , que doy y que daré lo hago haciéndome una pregunta: ¿estarás orgulloso? ¿te he fallado?
Y tengo sueños, y en ellos también estás tú, como verte leer un libro, pero uno especial, uno que tenga escrito en la portada , en pequeñito, mi nombre y tu apellido. Sueño con esos momentos, de navidades en familia y verte comer las uvas antes de tiempo. Con pequeños grandes eventos, donde estar juntos ya sea más que un motivo para celebrar. Reír con mis hermanos, a mami hacerte el octavo café del día , menudo equipo perfecto. Y no pasan cinco minutos y levantas la mano preguntando si habrá una cafetera al fuego.
Y es que todo esto papi, y es que todo esto Manolo va siempre al mismo lugar, para decirte gracias y te quiero, para cantarte cumpleaños feliz, y comernos un lagunero.
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