Hace frío. No el suficiente para que el aire te golpee la cara y sientas cortes a su paso, ni tanto como para que esa molesta agüilla que sale por tu nariz se convierta en estalactitas. Pero hace frío. Y llueve. Una lluvia ligera, uniforme. Cuando llueve así se suele decir que está lloviendo pero bien. Ni mucho ni poco, sin vientos ni riadas. Bajo toldos de tela en una terraza nos encontramos algunos que resistimos al mal tiempo y tomamos un café de media mañana.
Y apareciste tú, con tu guante blanco y tu guitarra. Alto y delgado. Muy delgado. Tocando bajo la lluvia. A tu guante le queda de blanco lo que al día de soleado. Y una sonrisa. Tienes la sonrisa de un niño, pero tu cara está marcada por los años que han pasado. Eres joven, pero la intemperie es dura, tus labios cuarteados. Tus ojos hundidos que parecen buscar algo con la mirada, una mirada inquieta y juguetona, que acompañan a tu sonrisa infantil. Y en medio de la lluvia, imitando a los grandes del rock interpretas tu melodía.
La escena es al menos dantesca, pero en esta época y en esta ciudad, donde el carnaval se acerca, parece no sorprendernos nada.
La guitarra no suena, pero se enciende. En medio de una calle donde la gente va con prisas, paraguas en una mano, móvil en otra y cabeza abajo, pendiente del último whatsapp, parece no verte. Pero es que yo te miro y no puedo dejar de hacerlo. Tu guante casi blanco, tu guitarra de juguete y la lluvia que te cala hasta los huesos.
Pero tú resistes. Y mueves tu cabeza de lado a lado, como si acompañaras las notas de una melodía que suena majestuosa y sale de tus manos.
Y te acercas a las mesas, te cuelgas tu guitarra de plástico gris y luces rojas y nos pides unas monedas. Con voz de hombre pero lenguaje de niño, como tu sonrisa, como tu mirada, nada impostado, todo real. Nos dices que “hoy tienes hambre”, si te dicen que más tarde no te importa. Resignado respondes que “que en una hora”. Y sigues tu camino, con tu guante blanco, con tu guitarra.
Te marchas y me queda tu imagen. Tú tocando para mi bajo la lluvia.
Que bonito relato ademas conozco a esa persona….
Muchas gracias!! ?
Muchas gracias, 😉
Magnífica descripción de un personaje ya conocido en nuestra ciudad.
Muchas gracias!! ?
No conozco a esa persona, pero por tu descripción tan precisa, me he trasladado a la Calle Castillo y parecía que estaba viviendo ese momento.
Maravilloso!
Muchas gracias Emma, conseguir lo que me cuentas con la descripción es para mí un éxito. Besos
Muy bonitas tus palabras,me ha gustado mucho.
Muchas gracias Luis 😉
Este texto me hace reflexionar a cerca de la inanición, no solo a la que refiere la falta de alimento sino la de afecto. También habla de la necesidad de sentirnos útiles haciendo lo que creemos debemos hacer aunque a los demás les suene a disparate. La miseria humana no tenemos que buscarla fuera, convive con nosotros; sólo tenemos que dejar de mirar al móvil mientras caminamos o tomamos un café y pararnos a observar. Bravo Isabel.
Muchas gracias Eva. Tus comentarios siempre me son de mucha ayuda. Es agradable escribir y saber que siempre hay alguien al otro lado.
Un abrazo enorme.
Hey There. I found your blog using msn. This is a really well written article.
I will be sure to bookmark it and return to read more of your useful information. Thanks for the
post. I’ll definitely comeback.
Thank you very much for you comment. It is a pleasure that you have enjoyed my blog.
Sincerely