Suena el despertador. Lo para, dejar sonar cinco minutos más. Esos cinco minutos le saben tanto o más que la noche entera. Marisa abre los ojos, despacio, lentamente para que la poca luz que entra por las rendijas de la persiana no le parezca un foco en un estadio.

Hoy es mi cumpleaños, un pensamiento que se le escapa en voz alta. Así que Marisa la de Taco, la de treinta y tanto cumple años. Así que hoy soplará las velas de ese número que nunca antes nos ha desvelado.

Puede parecer absurdo, es joven pensarán muchos, pero para Marisa la de Taco, escritora la de treinta y tantos, añadir un año más es haber conseguido un sueño de menos.

¿Y los dictados de la sociedad?, esto piensa en alto en la ducha, mientras cae sobre ella el agua, ni fría, ni caliente, templada. Como su vida, parece una metáfora de lo que viene siendo su paso por este camino a veces tortuoso.

Sin pareja, sin hijos, sin nada. Y llega el momento que más teme, pero – ¿por qué lo hago joder?, si sé que duele-. Se sube con toda su desnudez a la maldita báscula, aquella con la que,en ocasiones, mantiene diálogos absurdos sobre el porqué. Llora, unas lágrimas caen a borbotones por sus mejillas. Sin pareja, sin hijos, sin nada, bueno sin nada no, tiene sus kilos.

Tras el drama intenta recomponerse, al fin y al cabo sabe que ya es hora de darse cuenta de que todo esto es producto de una sociedad enferma que nos ha vendido un modelo de vida, un modelo de cánones imposibles de cumplir y que debería celebrar estar aquí, estar viva.

Se pone su mejor cara, y llama a esas amistades incondicionales que nunca fallan.

Mientras, se sienta a escribir, a seguir con el nuevo proyecto que la mantiene ocupada el resto del día.

Ya entrada bien la tarde, sus amistades empiezan a llegar a su casa, traen una tarta, bebidas y una sonrisa con la que alegrarle el día.

Montan de manera improvisada una pequeña fiesta, y de repente alguien apaga las luces, se baja la música y todos entonan el “cumpleaños feliz”, aparece su mejor amiga con una tarta, con sus velas y esas velas tienen unos números, así que por fin sabremos cuántos años tiene Marisa la de Taco, la escritora de treinta y tantos, aquella que podría decir que vive en un loft en Manhattan, pero que su realidad es otra, es la que hoy nos ha traído hasta aquí, se encienden las luces y Marisa pide un deseo mientras sopla las velas, Marisa cumple hoy 36.

Y para los que no conocía a Marisa les dejo un enlace que les lleva al primer relato donde aparece por primera vez este personaje que no deja a nadie indiferente.